MUSICA VENEZOLANA DE TODOS LOS TIEMPOS
Si tomamos en cuenta los tiempos, en los comienzos de nuestra historia patria, no se tenía conocimiento de la existencia de la música como tal. Es en su etapa final, o sea, al final de siglo XVIII y principios del siglo XIX, cuando se le llamó el período musical colonial venezolano, se ha comprobado esta especie a través de documentos musicales manuscritos que datan de esas fechas.
Por obra y gracia de esos documentos, es por lo que pudimos conocer la existencia de la actividad musical de Venezuela; hacia el año 1535 se comienza a tener conocimiento de la música a través de las Catedrales, en Santa Ana de Coro. Desde el año 1536, y a cargo de Juan Rodríguez Robledo, la música siempre estuvo presente en la celebraciones religiosas, donde también se iniciaron las enseñanzas de esta materia y para el año de 1640, el Cabildo Metropolitano, ordenó la creación de una Escuela de Canto Llano 1, siendo ésta, la primera escuela de música que existía en Caracas. Luego en 1696, se fundó en el Colegio Seminario de Santa Rosa, una cátedra de Canto Llano, dirigida por Don Francisco Pérez Camacho.
Hacia esta época, el desarrollo musical en Venezuela, fue sorprendente. A partir de entonces, se pudo tener una idea precisa de la música colonial de Venezuela, gracias a manuscritos musicales que aún se conservan. Entre estos manuscritos destaca la partitura de una Misa de Difuntos a tres voces, compuesta por José Antonio Caro de Boesi, para el uso del “Oratorio del Patriarca San Felipe Neri de Caracas” siendo este manuscrito el más antiguo, pues en su portada se leía claramente “Año 1779”.
Entre los músicos que se encargaban de escribir música para el servicio religioso, cabe mencionar a Juan Rodríguez Robledo, Francisco Pérez Camacho; Ambrosio Carreño, este último dedicó su vida entera a la música y fue maestro de varios músicos, entre ellos: Pedro Nolasco Colón y Bartolomé Bello, padre de don Andrés Bello.
Este movimiento se consolidó en Caracas bajo el impulso del Padre Sojo (Don Pedro Ramón Palacios y Sojo, tío materno de Simón Bolívar); el Padre Sojo nació en Guatire el 17 de enero de 1739; fundó en Caracas una congregación similar al Oratorio de San Felipe Neri que ya existía en Italia desde 1564. Este Oratorio se caracterizaba por tener la música como instrumento de propagación de la fe religiosa. El Padre Sojo hubo de ir a España e Italia para solicitar la aprobación del Papa Clemente IV, la cual le fue otorgada en el año 1769 y establecida en Caracas el 18 de diciembre de 1771. Su sede fue ubicada en la esquina de Cipreses, donde actualmente funciona el Teatro Nacional.
En esa época había muchos jóvenes con aptitudes para la música, y el Padre Sojo comenzó a reagrupar a esos talentos dispersos, designando como Director de los mismos a Juan Manuel Olivares quien, conjuntamente con otros músicos de la época, fundaron lo que se llamó “La Escuela de Chacao”, y éstos fueron los que produjeron el notable repertorio de música escrita en estilo clásico, que forma parte del acervo musical colonial de Venezuela, constituido por música del género sacro como misas, te deum, motetes, graduales, lamentaciones, pésames, tonos de Navidad, ofertorios, salves, entre otras…No se descarta que se hayan escrito obras profanas, pero de este género, sólo se conoce el dúo a violines de Juan Manuel Olivares...
El estilo de la Escuela de Chacao, a pesar de su sentimentalismo, se hizo a dos, tres y cuatro voces en textura homofónica, o sea, con ritmo similar, obras que estaban instrumentadas para violines, violoncelos, violas, oboes, contrabajos, trompas, fagot, clarinete y flautas…
Algunos compositores de esa época fueron: Juan Manuel Olivares, Francisco Velásquez; José Antonio Caro; Pedro Nolasco Colón. Le siguieron otros compositores entre ellos: José Angel Lamas; Cayetano Carreño; José Lino Gallardo; Juan José Landaeta y José Francisco Velásquez Jr.
Con la apertura de la Escuela de Chacao, se transformó el panorama musical de Venezuela, bajo la influencia de Mozart, Pergolesi, Haydn y Pleyel, y surgió una serie de importantes figuras de la música ante la tutela del Padre Pedro Palacios y Sojo, fundador del Oratorio de San Felipe Neri, en Caracas. Pero el real genio musical del siglo XIX fue Teresa Carreño, con una carrera brillante, que abarcó desde 1862 hasta 1916; extraordinaria pianista y compositora, que nace en Caracas el 22 de diciembre de 1856 y muere en New York el 12 de junio de 1917. Fue considerada como la mas grande pianista de su época, hija de Manuel Antonio Carreño y de Clorinda García de Sena y Toro. Teresa Carreño compuso muchas obras para piano, fue directora de orquestas y organizó la presentación de óperas, siendo la primera ópera venezolana “Virginia”, escrita por José Angel Montero en el año de 1873. Deja un verdadero legado musical para el deleite y beneplácito para el mundo de las Artes.
El Teatro Municipal de Caracas, inaugurado por Antonio Guzmán Blanco en 1881, fue el escenario elegido por naturaleza para la presentación de dichas obras. Hacia el año de 1930, hubo un resurgimiento muy importante en el renacer de la música venezolana, gracias a la conducción del maestro Vicente Emilio Sojo, gran docente, fundador del Orfeón Lamas y la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Compuso un universo de canciones infantiles, obras corales; misas; réquiems y también rescató del olvido a la antigua Escuela de Chacao, siendo sus colaboradores Juan Bautista Plaza; José Antonio Calcaño; Moisés Moleiro y Juan Vicente Lecuna. Entre los discípulos mas destacados del maestro Sojo, podemos mencionar a Antonio Lauro; Angel Sauce; Nelly Mele Lara; Evencio Castellanos; Antonio Estévez; Carlos Figueredo; José Antonio Abreu; Eduardo Plaza; Blanca Estrella; Modesta Bor; Maria Luisa Escobar; Ana Mercedes Azuaje de Rugeles; Raimundo Pereira; Luís Felipe Ramón y Rivera; Primo Casale; Antonio José Ramos; Andrés Sandoval; Leopoldo Billings y los mas recientes: Juan Carlos Núñez; Federico Ruiz; Francisco Rodrigo y Luís Morales Bance entre otros…
Desde la creación de la Orquesta Sinfónica Venezuela, en el año de 1930, se han fundado numerosas orquestas, entre ellas la Orquesta Nacional de la Juventud Venezolana “Simón Bolívar”, en el año de 1975 y la Orquesta Filarmónica Nacional el año de 1979. Las actividades de la Fundación de Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela “FESNOJIV”, ha recibido reconocimiento mundial. Este sistema fue creado por el Director José Antonio Abreu, lo integra 120 orquestas sinfónicas juveniles y 60 orquestas sinfónicas infantiles, con mas de 100.000 jóvenes y niños que las integran y que participan en los programas. En 1993-94, recibió el Premio Internacional de la Música de la UNESCO.
Otras figuras de mucho valor que cumplen una importante labor en el campo de la creación y docencia musical, mencionamos a: Juan Bautista Plaza, José Antonio Calcaño, Juan Vicente Lecuna y Miguel Angel Calcaño; como vanguardistas: José Clemente Laya, Daniel Milano, Eric Colón, Carlos Teppa, José Luís Muñoz; Isabel Aretz, Alberto Grau, Alba Quintanilla y Rházes Hernández-López, quien escribe la primera obra dodecafónica de Venezuela, a principios de los años sesenta…
En Venezuela, con la llegada del maestro greco-venezolano Yannis Ioannidis, la composición musical tiene un gran desarrollo a partir de los años setenta y, como consecuencia de las enseñanzas impartidas a un grupo de jóvenes compositores, se da inicio a la música contemporánea en nuestro país. Entre los más destacados exponentes de este tipo de música se encuentran: Hildegard Holland, Servio Tulio Marín, Alfredo Marcano Adrianza, Emilio Mendoza, Juan Carlos Núñez, Alfredo Rugeles, Federico Ruiz y Ricardo Teruel, entre otros. Estos jóvenes buscan las nuevas técnicas de composición y siguen las diferentes tendencias, como la experimentación tímbrica y la música electroacústica, creando sus propios instrumentos musicales como medio de expresión artística, llegando inclusive hasta la sutileza de nuestro folklore…
Igualmente, debemos mencionar que dentro de los compositores mas importantes de los últimos años, está el maestro Alfredo Del Mónaco, quien fue Premio Nacional de Música 2000 y Premio Iberoamericano de Música “Tomás Luís de Victoria” 2002, como precursor de la música electrónica y de la nueva música experimental, a través del timbre de la rica instrumentación de sus obras. Fue creador del Estudio de Fonología de Caracas y fundador, junto al maestro Ioannidis, de la Sociedad Venezolana de Música Contemporánea (SVMC).
Más adelante, ya en los años ochenta, los maestros uruguayos Antonio Mastrogiovanni, Beatriz Lockhart y Héctor Tosar, forjan una nueva generación de compositores, caracterizados por su heterogeneidad, conformando (algunos de ellos) la escuela del post-modernismo, el minimismo y la sencillez. Otros se distinguen por tomar otros caminos musicales, entre ellos cabe destacar a René Alvarez, Miguel Astor; Josefina Punceles de Benedetti, Roberto Cedeño-Laya, Juan de Dios López, María Antonia Palacios, Fidel Rodríguez-Legendre, Juan Andrés Sanz, Juan Francisco Sanz, Jacky Schreiber, Numa Tortolero, Víctor Varela, Francisco Zapata-Bello e Icli Zitella…
Entre los años ochenta y los noventa, se incorpora a esta tendencia el compositor argentino Eduardo Kusnir, quien contribuye a la difusión y desarrollo de la música acústica en Venezuela. Fundador de la Sociedad Venezolana de Música Electroacústica y, como docente de esta institución, crea la cátedra de este tipo de música, preparando nuevos valores; entre ellos destacamos a Roberto Cedeño-Lara, Rodrigo Segnini, Jacky Schreiber, Ricardo Teruel, Miguel Angel Fuster, Francisco Molo, Miguel Angel Noya y José Vinicio Adames…
Muchos compositores venezolanos han completado su formación académica en el exterior, a través de las becas concedidas por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), y por la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, en los Estados Unidos, Alemania, Austria, España, Francia, Holanda, Inglaterra, Italia y Suecia; algunos de ellos: Yadira Albornoz, Vicente Avella, Efraín Amaya, Diana Arismendi, Pedro Barboza, Beatriz Bilbao, Alvaro Cordero, Arcángel Castillo-Olivari, Gerardo Gerulewics, Adina Izarra, Aitor Goyarrola, Aldo Lizausaba, Ricardo Lorenz-Abreu, Marianela Machado, Alfredo Marcano-Adrianza, Servio Tulio Marín, Eduardo Marturet, Gustavo Matamoros, Emilio Mendoza, Alfonso Montes, Williams Montesinos, Juan Carlos Núñez, Luís Ochoa, Mercedes Otero, Juan Cristóbal Palacios, Alexis Rago, René Rojas, Alfredo Rugeles, Domingo Sánchez-Bor, Manuel Sosa, Alfonso Tenreiro-Vidal, Víctor Varela, Francisco Zapata-Bello y Diógenes Rivas, quienes se han distinguido por la variedad de tendencias estéticas, que van desde la música experimental hasta la nueva simplicidad, pasando por el neo-romanticismo, la música de abstracción total, el cromatismo, el atonalismo libre, el minimismo, el uso de elementos caribeños o de influencia del jazz, la salsa y la música popular, citas o referencias musicales, la nueva complejidad, la música conceptual, el teatro musical, la metatonalidad, el new age, y el multiestilo, entre otras vertientes creativas, lo cual redunda, en muchos casos en música marcada por un gran eclecticismo...
Es importante mencionar la representación venezolana, a través de la Sociedad Venezolana de Música Contemporánea (SVMC), dentro de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea (SIMC-ISCM), en los festivales “Jornadas Mundiales de la Música”, donde obras de varios compositores venezolanos tales como Adina Izarra, Alfredo del Mónaco, Diana Arismendi, Emilio Mendoza, Víctor Varela, Alfredo Rugeles y Francisco Zapata-Bello, han sido interpretadas por grandes solistas en Alemania, Austria, Corea, Estados Unidos, Dinamarca, Grecia, Holanda, Hong Kong, Israel, Japón, Luxemburgo, Rumania y Suecia…
La Cátedra Latinoamericana de Composición Musical “Antonio Estévez”, dirigida por el maestro Juan Carlos Núñez, también ha contribuido a la formación de una nueva generación de compositores, así como la Maestría en Composición de la Universidad Simón Bolívar, ha servido para profundizar los conocimientos, actualización y creatividad de los autores.
Por otra parte, el festival “A Tempo”, organizado por Diógenes Rivas, tiene como eje fundamental la presentación y difusión anual de la música contemporánea. Este festival ha presentado conciertos de música sinfónica, de cámara y de solistas, de música electroacústica, ciclos de paneles, conferencias, talleres y seminarios sobre diversos temas sobre la composición e interpretación de la música contemporánea y experimental.
La música coral posee grandes exponentes de la actualidad lírica venezolana y en este campo podemos mencionar la creación de diversos grupos musicales, siendo el precursor de esta tónica el Orfeón Universitario de la Universidad Central de Venezuela, el cual fue fundado el año 1943, y ha sido en encargado de difundir y desarrollar nuestra música por toda Venezuela y el mundo; de allí se desprende que todas las universidades del país cuenten con su Orfeón, donde las actividades musicales se pasean desde el Ensamble de Música Sacra, Corales, Estudiantinas, Ensamble de Música Contemporánea, Ensambles de Flautas Dulces, y son muchos los grandes directores que han impulsado la creación de estas instituciones del clasicismo musical de Venezuela; muestra de lo antes dicho está representado por el maestro Alberto Grau, quien a través de su excelente labor docente, ha formado una verdadera legión de talentos musicales…
En cuanto a nuestra música folklórica, debemos destacar la riqueza y virtuosismo de sus raíces, considerada como la música más completa del mundo, logrando canalizar cualquier estilo dentro de su contexto etno- musical, tales como la música académica, popular, comercial o simplemente la música criolla y en cuyos elementos se pueden incluir diferentes melodías con armonías disonantes o modales con elementos rítmicos de gran valor y virtuosismo…
En Venezuela, cada región tiene sus ritmos determinados y característicos, la zona central se reconoce por sus valses románticos de salón y su música clásica, los pasodobles, los merengues y la música mirandina, en el oriente: sus galerones, cantos de cruz, fulías, polos orientales y valses, en los llanos: el joropo, cantos de ordeño, tonadas, el seis por derecho, el seis por numeración, el contrapunteo, el merecure, los pasajes, los golpes, los golpes tocuyanos, etc. En el occidente se conoce otra clase del merengue: “el rucaniao”, los polos corianos, la música romántica, en la región zuliana las populares gaitas y en los Andes, el bambuco, los valses, los pasajes y la música colonial…
Los instrumentos típicos de toda la región venezolana son el cuatro, la guitarra, las maracas, la bandola, el bajo de caja y, por supuesto, su majestad el arpa, también está la guarura, usado en los llanos para acompañar los cantos melancólicos de las labores de los llaneros, las flautas en sus distintas denominaciones y a lo largo y ancho de sus costas, se utilizan los diferentes tipos de tambores…
MUSICA E INSTRUMENTOS DE LOS INDIOS
La música indígena como tal, no existió. Solo existían sonidos guturales en imitación a los propios animales. Cuando había algún motivo en la comunidad indígena que ameritara el uso de instrumentos musicales, venía un grupo de indios y, con instrumentos propios elaborados de manera muy rústica, hechos a base de barro, cachos de venado, etc., sacaban de ellos unos sonidos que servían para acompañar los bailes que, en honor a diversos “triunfos”, lograban obtener, como por ejemplo: buena pesca, buena caza, bodas o funeral de algún miembro de la comunidad y se trataba de actividades festivas o místicas…
Estos instrumentos musicales aborígenes estaban construidos por elementos vegetales y animales, y comprenden una gran variedad de ellos, desde la hoja seca, pasando por diferentes tipos de flautas, sonajeros, cascabeles, tambores, trompas, trompetas, caracoles marinos, cachos de venado, las maracas, los sonajeros de frutas y las caparazones de las tortugas, con ellos organizaban sus “orquestas”, con las cuales amenizaban los distintos eventos que se suscitaban en la comunidad; estas fiestas eran muy vistosas, los indios se vestían con sus mejores galas, se adornaban con pinturas extraídas de las raíces de las plantas, usaban toda clase de collares y abalorios propios de la época, y se organizaban las festividades, según el caso
Existen muchas etnias en Venezuela y todas tienen su propio medio de expresión, en lo que a música y bailes se refiere, así como también sus instrumentos musicales, por ejemplo: un instrumento que no puede faltar en ninguna sociedad es la flauta, que está construido con los palos del bambú y existen muchas clases de ellas, dependiendo de los orificios que se le abren a los lados y al frente, para que los ejecutantes puedan producir los sonidos armoniosos que emiten estos instrumentos. Tenemos el caso de “Los Quitiplás”, ellos consisten en cuatro trozos gruesos de bambú de distintos tamaños y comprenden “el cruzao” “el pujao” o “macho”, “el prima” o “hembra” y los “quitiplás” propiamente dichos. Los dos primeros se golpean contra el piso de manera vertical y, para tocar los quitiplás, el tocador se pone en cuclillas en el piso, toma cada uno en sus manos, los golpea simultáneamente uno contra el otro y ambos contra el piso; a veces los primeros los percuten y les tapan la boca con las manos, y el sonido cambia; y cuando los tocadores tiene el sentido del ritmo y son bien acoplados, los sonidos del quitiplás, son sonoros y muy emocionantes y debe su nombre justamente porque al tocarlo el primer sonido dice qui, el segundo sonido dice ti y el último dice plas, por eso se le llama quitiplas. Este es un instrumento principal, un “idiófono” de percusión directa, y mientras que el quitiplas hace una base que se repite, el cruzao y la prima desarrollan una conversación cíclica en dos tiempos. Esta “conversación” se produce por la interrelación de sus golpes abiertos y cerrados, alternando sus acentos, cuando esto sucede, interviene el “pujao”, que es el mas bajo del conjunto, su ritmo de ocho tiempos, se entrelaza con el “cruzao” y la “prima”, para completar el contenido temático de los diálogos. Es interesante conocer que siendo el “pujao”, el solista del conjunto, su intercalación enriquece el movimiento “politímbrico” del movimiento, destacando que en algunos casos, este movimiento llega a 16 compases, lo que genera un patrón de escape que sirve como materia prima para que el ejecutante inicie un tema que el coro repite mientras el ejecutante responde con improvisaciones, creando una fase musical muy rica en variaciones por sus características sonoras…
Una de las etnias más populares por su talento musical son los Indios Warao, quienes usaban diferentes tipos de flautas, en el compendio de sus instrumentos musicales, llamados en su lengua “esemay”, por ejemplo: tenemos la flauta de lengüeta, llamada tambien “esemay”, “najasemai” y “gana”, estaba formada por media tapara cortada transversalmente cuya boca se ensancha en forma de pabellón de cornetín, lleva un tubo de yagrumo o bambú en la parte superior, al cual se le adapta una lengüeta.
El “najsemai”, es un tubo de vástago de moriche ahuecado, con lengüeta en un lado
y ensanchada en el otro extremo y se usa en las fiestas sagradas. El “gana” es un tubo de bambú mas o menos largo, al cual se le han quitado las divisiones interiores de los nudos, menos el último que es la parte menos grueso del tubo, donde se le hace un agujero, donde se adapta un tubito con una lengüeta, éstos emiten una sola nota que sirve para marcar y acentuar el ritmo de las danzas sagradas…
Flauta de boquilla, llamada “dau-caja” o “semai dau-caja” es una especie de pito de palo con agujeros, está hecho de bambú o yagrumo, tiene boquilla y tres o cuatro agujeros para variar las notas, se le llama también “chiflo”, “jarijari” “esemai” o flauta del tucán, porque su sonido imita el canto de dicha ave, palito tizón o palito quemado porque para abrirle los agujeros y quemar los tabiques internos para quitar los nudos.
Flauta sin boquilla, llamada “mujusemai,” “jeré-semai,” “jeakanaba”, el primero es una flauta utilizada por los joanaraos de Mariusa, Araguabisi y Guiniquina, es una especie de flautín, hecho con el hueso de la tibia del venado, con tres o cuatro agujeros para los dedos y otro en la misma extremidad para los labios y los otros pertenecen al género de los silbatos. Otro tipo de silbatos se fabrica con una cabeza de venado y es tocado por mujeres, durante las fiestas y es llamado “Kawadi-húh”. En el orden de las flautas existe una gran variedad, por ejemplo: las flautas dulces, de pan, traveseras, etc., a propósito de la flauta travesera, éste era el instrumento que tocaba Francisco de Miranda, del cual llegó a ser un virtuoso del instrumento…
Llegamos a los tambores. Es sabido que en las etnias, el sonido de los tambores era imprescindible para todos los festejos, sagrados o profanos; se inventaban cualquier cosa que les pudiera servir como tambor, para inclusive comunicarse con las aldeas, alertarles de algún peligro, en fin para todos sus actos; sobre todo preparaban los caparazones de las tortugas que usaban como tambor, al igual que los troncos huecos de los árboles, a los cuales castigaban con palos duros para que surgiera el sonido característico del tambor…
Existe gran variedad de tambores, clasificados según la región: tenemos el “Chimbanguelé”, que se deriva de la familia de los membranófonos, el cual se caracteriza por su riqueza polirítmica y su técnica de ejecución, este tambor está asentado al sur del Lago de Maracaibo en el Estado Zulia, igualmente tenemos un instrumento llamado “tambora”, que es utilizado únicamente en los bailes de la “chicha maya”, danza tradicional de los indios de la región. Luego tenemos un tambor tradicional llamado “furro” que es utilizado en las gaitas zulianas, cantos que representan el gentilicio y la idiosincrasia del pueblo zuliano. El “chimbanguelé”: estos tambores generan un total de seis golpes distintos, cada golpe cumple funciones específicas; en algunos sitios la batería de membranófonos está compuesta por siete tambores: en el registro agudo se ubican tres tambores hembras llamados “requinta primera”, “requinta segunda” y “requinta media”, todas percutidas con un fuete delgado y flexible llamado “Camiri”, el cual al azotar el cuero, produce un sonido metálico y estridente. En el registro medio y bajo, se encuentran los cuatro tambores machos: “medio-golpe o tamborito”, “respondón” “cantante” y el otro se llama “mayor o arriero”, todos tocados por baquetas de madera llamadas “capopos”, para producir en ellos un todo profundo, la esencia tímbrica entre los tambores hembra y macho, condiciona sus funciones dentro del golpe. Las variaciones enriquecen aún más estas polirrítmias crepitantes…
Otros tambores: El redoblante solo, se le llama también redoblante de campo, contiene una estructura temática en forma rítmicamente mas compleja y velada y se desarrolla en dos compases 6x8; en el primero se observan la parte binaria y en el segundo, la parte ternaria, la cual está muy bien definida por tres golpes acentuados y acompañados por tambores redondos o culo e puya,
Es utilizado en la región de Guatire. Aquí también se utiliza un instrumento principal denominado “la clave” y se caracteriza por definir una dualidad rítmica constante, entre un compás sincopado, o sea, ternario y otro que se apoya en los pulsos de compás o sea, binario…
En Caraballeda, son seis tambores más una cantidad de palos o laures. Es constante el estudio que se sigue en la fenomenología interna de algunos ritmos y se persigue consolidar fundamentos conceptuales de las estructuras polirítmicas. Uno de los principales problemas que se encuentran en estos estudios, radica en sus características organológicas porque en estos géneros musicales predominan los membranófonos de gran acústica, dado preeminencia al contrapunto tímbrico y al ritmo quedando menguada la melodía y la armonía… Los tambores son fabricados con madera de árboles de aguacate y piel de pereza Entre los tambores mas famosos están los redondos o culo é puya; la mina, la curbeta, veleños, furrucos, pipas , tambor gaitero, burro negro, campanas, contrasurdo, cumacos, laures, surdo, trancao, y unimenbranófono que es un tambor de un solo palo…
A algunos de estos tambores se les agregan cencerros y cascabeles, para lograr mayor brillo y lucidez en la interpretación.
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Caracas, 07-01-2007